Un Reflejo Antropoide ⛵

(Escrito por Augusto Andra en el año 2019)

En medio de un oscuro lago, un pescador es visitado por un extraño ser hecho de agua, ¿será un encuentro pacifico o traumático?

La densa bruma ascendía desde el tranquilo oleaje del lago. Poco a poco la miasma blanquecina cubría la atmosfera y envolvía el sitio con una capa gruesa de neblina fría y fantasmal.

Desde la distancia, el lago parecía una gigantesca nube, como si una tormenta hubiese descendido desde el cielo para conocer su reflejo en el agua.

La oscuridad de la noche era tanta que, incluso, maquinaba con la niebla y ni la mismísima luna podía reflejarse en el lago. No podía verse nada en el ojo de la bruma, era un vacío antinatural, pero verdadero. Estar atrapado en medio de lo abismal era impensable y aterrador. Sin embargo, alguien estaba allí, alguien descuidado en el momento menos adecuado y oportuno para pescar, alguien que no tenía la culpa de lo que pasaba, alguien que no huyó antes de quedar atrapado en aquel abismo.

El pescador estaba absorto de su realidad. En medio de la brumosa oscuridad en el lago, el silencio desaparecía absorbido por la nada. El chapoteo era inaudible, ―no existía sonido alguno―, aquel hombre no podía escuchar ni su propia respiración. Mas sus sentidos sí funcionaban, ―aunque no oía―, podía sentir, ver y percibir.

El rose de sus manos por el borde del bote desparramaba gotas de humedad, como un sudor frío que emanaba de la misteriosa miasma. Sentía las salpicaduras de sus botas al caminar y la sensación de fríos soplidos en su piel.

El sudor lo emparamaba, su barba gris escurría más gotas que caían al suelo sin producir sonidos. Le temblaban las manos y sus ojos recorría distancias cortas tratando de divisar cosas.

Intuitivamente algo más allá de sus sensaciones captaba algo en su bote, algo que no le quitaba los ojos de encima.

Y aunque la oscuridad era plena y agobiante, ese algo, quiso presentarse frente al pescador. Percibir no era lo mismo que ver, entonces la vista le obsequió aquel instante de indudable perplejidad.

El agua del lago subía por las paredes y se acumulaba en el suelo del bote, un cúmulo acuoso tomaba una forma familiarmente humana.

Era una criatura cristalina, vidriosa y refractante como un espejo. El pescador se vio reflejado en aquel hombre de cristal, un espejo humano que caminaba hacia él, levantando su mano diamantina y brillante.

Aunque aquel hombre de cristal no tenía un rostro, el pescador no pudo evitar hundirse en lo profundo de su mirada. La penetrante observación de aquel hombre espejo era exactamente igual al reflejo oscuro del lago. El pescador se vio a sí mismo dentro de aquella criatura vidriosa: un profundo, oscuro y eterno agujero en forma de hombre con apenas una silueta de luz a su alrededor.

Sin percatarse de su inevitable abducción en lo desconocido, el pescador se halló literalmente dentro de la inmensidad oscura de otro lago diferente. Al voltear la mirada estaba la sombra del hombre de cristal, pero no era una sombra, era una puerta hacía su bote… No sabía cómo, pero había cruzado a otra dimensión atravesando el cuerpo de la misteriosa criatura.

La silueta se cerraba aniquilando el poco vestigio de iluminación, el pescador se hundía en el oscuro manantial de oscuridad con cada paso que daba. Y del otro lado, aquella criatura se moldeaba como el agua, ajustándose a una nueva silueta femenina; tomaba una nueva morfología, una forma más común, más humana, más realista, más verdadera… Se convertía en un humano capaz de manejar un bote y llegar a la orilla. Así podría salir del lago donde había nacido y comenzar otro ciclo de vida en busca de más… humanos para reproducirse.

Fin

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